Siempre decimos que admiramos a los intérpretes por el trabajo que hacen, pero lo de Noemí tiene un toque especial que nos hace admirarla un poco más. Aún sin ahondar en detalles, terminamos con un nudito en la garganta.
Noemi Szoychen es oriunda de México, pero desde 1994 vive en Estados Unidos. Estudió Pedagogía y tiene un posgrado en Traducción e Interpretación. Desde 2018, Noemi se desempeña como intérprete médica de tiempo completo en el St. Jude Children’s Research Hospital, ubicado en Memphis, Tennessee, donde trabaja con los idiomas inglés, español y hebreo.
Nos cuenta Noemí que cuando todavía vivía en México, recibió una beca para estudiar en Jerusalén, una posibilidad anhelada por cualquier persona que profese la religión judía, pero además, una posibilidad para ella de cumplir su deseo de estudiar hebreo. Allí tuvo la suerte de entrar en un programa de preparación de docentes del idioma y recibir la certificación de estudios judaicos, que incluyen filosofía, literatura, y todo lo relacionado con la religión judía. Confiesa que el idioma hebreo le fascina, dice que es místico, que tiene filosofía arraigada en sus raíces. Y, claramente esa experiencia le caló hondo porque cuando volvió a su México natal, se dedicó a la docencia del idioma y todo lo que había aprendido en Jerusalén.
Ya en Estados Unidos, mientras trabajaba como voluntaria en entornos de salud, Noemí se dio cuenta de la gran necesidad de comunicación eficiente y responsable que necesita la gente con poco o nulo dominio del idioma inglés cuando se acerca a hacer una consulta médica. Así fue que empezó a dedicarse a la interpretación médica, para lo cual recibió la correspondiente certificación.
Si bien trabajó con el par de idiomas inglés-español como intérprete médica, su experiencia como docente de hebreo y sus conocimientos del idioma y de la cultura, la convirtieron en una candidata sólida para un puesto en el reconocido hospital St. Jude.
St. Jude había firmado un convenio de colaboración a nivel mundial y uno de los países involucrados era Israel. Esto derivó en que empezaron a llegar pacientes de oncología pediátrica provenientes de Israel y si bien, como nos cuenta Noemí, la mayoría de las personas en Israel domina el inglés, no era el caso de algunos de los pequeños pacientes que llegaban al hospital. Quizás los padres entendían el inglés, pero en algunos tratamientos los niños tienen que estar solos, sin los padres, entonces el hospital necesitaba a alguien que los acompañara y que hablara su mismo idioma. La importancia de que un paciente se sienta comprendido, y un poco más como en casa, cobra otra dimensión en este contexto, ¿no?
Explica que los niños que llegan a St Jude son los casos más difíciles del mundo. El hospital les ofrece un servicio diferente a otros porque incluye un cuidado más integral, desde acompañamiento psicológico y psiquiátrico hasta apoyo escolar, etc. La intérprete los acompaña en todos los aspectos.
Otra particularidad de su trabajo es que algunos tratamientos pueden llegar a durar 2 o 3 años, por lo que, la intérprete no solo acompaña a ese paciente y a su familia en todos los aspectos que mencionamos antes, sino que también está en contacto con ellos a diario, a veces varias veces por día, durante todo el tiempo que dure el tratamiento. La mayoría de las veces, esos padres y pacientes están solos en Memphis, dejaron su casa y el resto de familia atrás, y la única persona con la que se sienten más cercanos es la intérprete. Lógicamente, esta conexión hace su trabajo aún más difícil.
Noemí dice que todos los días son intensos y con mucha información, todo es muy complicado. A veces los padres escuchan tanta terminología médica y detalles que terminan por olvidarse de algo o, simplemente, o se confunden. La intérprete lleva el registro de todo y debe ayudar (sin interferir) a que la comunicación sea lo más clara posible y a que no queden dudas de nada. Todo esto es lógico, se maneja un contenido emocional altísimo: hay mucha tensión, nerviosismo y dolor, y como intérprete, ella también debe ayudar a transmitir esas emociones todo el tiempo.
En cuanto a la covid, dice que en realidad, de por sí el hospital ya maneja protocolos muy estrictos porque los pacientes tienen el sistema inmunológico comprometido. Lo que sumó la pandemia fue otros protocolos de recepción de pacientes, o dificultades logísticas para pacientes que no pudieron viajar, o familias que quedaron separadas por las restricciones de viajes.
Le preguntamos sobre sus cables a tierra, o cómo vuelve a recuperarse cuando el agotamiento o la angustia son inmanejables. Dice que entre sus compañeras se ayudan mucho unas a otras, y que siempre están atentas para ver si alguien necesita relevo.
Nos cuenta que ella siempre medita antes de empezar a trabajar. Si tiene sesiones de final de vida muy intensas, necesita un pequeño descanso para volver a centrarse. Después de su día laboral, siempre hace ejercicio intenso, mucho cardio y kickboxing, y los fines de semana sale a correr. También cuenta que una vez por semana sale a caminar sin el teléfono, para desconectarse de todo y conectar con la naturaleza, que la recarga.
Si querés conocer más sobre la labor de St. Jude, te dejamos su página: https://www.stjude.org/es/