Hoy, con el festejo del día de la traducción a flor de piel, tenemos de invitada a Flor Aguilar (cuántas flores, ¡parece primavera!).
Florencia Aguilar es traductorta audiovisual con más de 11 años de experiencia en la profesión, especializada en traducción queer. Tiene una Diplomatura en Géneros, Política y Participación (UNGS) y se graduó recientemente de la Escuela Popular de Géneros y Diversidad Mocha Celis / Brandon (Argentina). Ha presentado ponencias nacionales e internacionales sobre traducción audiovisual y ha brindado cursos con temática queer. Hace más de 6 años que trabaja para uno de los grandes del streaming, donde comenzó como correctora de subtítulos y doblaje, y en la actualidad también ofrece sus servicios como traductora. También trabaja con agencias de publicidad y con otres clientes como productoras cinematográficas.
Flor es una de las futuras diplomadas de la Especialización Superior en Textos Audiovisuales y Accesibilidad (Escuela Normal Superior en Lenguas Vivas Sofía E. Broquen de Spangenberg), y su tesina se llama: «Queerizando la traducción: en la búsqueda de un glosario LGBTIQ en la traducción audiovisual de LatAm».
Lesbiana feminista pansexual y activista del colectivo LGBTIQ, es una de las 9 creadoras de la grupa Traductoras e Intérpretes feministas de la Argentina (TEIFEM). Es también miembra fundadora de la actual Comisión de Traducción Audiovisual y Accesibilidad de la AATI.
Para empezar, arrancamos la charla preguntando por la famosa sigla LGBTQ (fíjate que ella le agrega la I de Intersexual, te cuento por si no sabías). Flor nos cuenta que mucha gente solo prefiere usar las primeras cuatro y que ella a veces también usa la más larga, LGBTIQNB, para incluir a personas no binarias. Pero no son un montón de iniciales puestas al azar, no, no. Acá la invitada tira dato un histórico muy significativo que nosotras desconocíamos sobre por qué la sigla va encabezada por la L. Cuenta Flor que en la época en que apareció el SIDA, las únicas dispuestas a acompañar y cuidar a los enfermos eran las lesbianas, entonces el movimiento dejó de lado cierta “pica” entre gays y lesbianas y decidió honrarlas con este lugar prominente en el nombre del colectivo.
Después de esta maravillosa efeméride, fuimos directo al grano: ¿qué tan informado ves a nuestro gremio sobre la traducción queer? Como Flor labura principalmente en el sector audiovisual, se ve que hay una mayor cantidad de representación de identidades y orientaciones en los productos audiovisuales que consumimos. Entonces, frente a este crecimiento, ella ve que entre traductores hay ganas de aprender y entender cómo traducir mejor ciertos términos. Incluso, nos cuenta que ha recibido consultas de colegas (¡yo!). Y es que, además de estudiosa, Flor pertenece al colectivo y cree que eso le da una mayor cercanía con lo que realmente se dice o se usa.
Metiéndonos de lleno en cuáles son los desafíos que aparecen a la hora de traducir material audiovisual de temáticas específicamente LGTBI, Flor propone, por un lado, empezar a pensar en la definición de queer, no como palabra o término, sino más bien como una respuesta crítica al heterocistema (sí, con C de Cis) en el que vivimos.
Por el otro, también están los clientes, “algunos son más copades”, dice Flor, pero otros presentan mayor resistencia ante algunas sugerencias. Incluso aunque muchas empresas incurren en el famoso pinkwashing, que significa dar una imagen de inclusiva en perfiles de redes sociales, no todas son realmente inclusivas de la puerta para adentro, aunque Flor cuenta con orgullo que ha logrados avances con algunos clientes. ¡Bien!
Otro desafío importante para quienes no están dentro del colectivo o no tienen contacto con lo que se dice o se usa entre personas LGBTIQ, puede ser darse cuenta de las resignificaciones de algunos términos. Flor pone como ejemplo la palabra marica, o la feminización de algunos sustantivos como cuerpa o grupa, que a ella le gusta usar, pero que a otras personas del colectivo no. Y a raíz de una anécdota sobre la palabra “paqui”, nos regala otra efeméride sobre el origen de la palabra y nerdeamos un rato sobre cómo traducirla (ya me dirás cuando escuches).
En cuanto a qué recursos echar mano si necesitás resolver correctamente una traducción de temática LGBTIQ, Flor dice que lo ideal es hablar directamente con alguien del colectivo, siempre con el respeto debido hacia esa persona, entendiendo que tiene algo para decir y que no es un simple objeto de estudio para cuando necesitamos saber algo, ¿no? Y teniendo en cuenta la necesidad de recursos valiosos, está bueno destacar que la tesina que está armando Flor tiene como objetivo armar un glosario queer para traducción audiovisual en Latinoamérica. Un enorme desafío que está emprendiendo con el fin de poner en un solo lugar todos esos términos y conceptos que generan dolores de cabeza. Para ilustrar esta necesidad con un ejemplo, Flor trae a colación la traducción de “butch” como “marimacho” en Latam en productos audiovisuales y el resquemor que le genera porque, como ella explica, el colectivo no la usa. La apuesta es aún mayor porque la idea es que ese glosario se nutra ad infinitum, porque ya sabemos que las palabras se van resignificando y que aparecen siempre otras nuevas.
Flor rememora dos crisis puntuales que tuvieron repercusión en ella. Uno fue cuando dejó el trabajo en relación de dependencia y aprendió que podía vivir de la profesión. El otro fue cuando salió del clóset y se dio cuenta de los contenidos que veían no la representaban, lo que derivó en su especialización actual y su afán por crear un recurso lingüístico para todes.