El episodio 100 concluye esta segunda temporada de En pantuflas y, por lo tanto, nos propusimos hacer algo diferente. En este episodio, charlamos con tres pódcastescuchas que seleccionamos al azar. Ellos son: Daniel Aparicio de Perú, María Eugenia Torres de Argentina y Andrea Vargas Achutegui de España.
A lo largo de toda esta temporada, exploramos junto a cada uno de nuestros invitados distintas visiones de cómo será (o cómo creemos que debería ser) el traductor del futuro. Nuestros pódcastescuchas también respondieron a esta difícil pregunta y de maneras muy interesantes.
María Eugenia, por ejemplo, ve al traductor del futuro como un traductor tecnológico y especializado. Reconoce que cada vez se requiere que utilicemos más herramientas y, si uno se queda atrás, se queda afuera del mercado. Daniel afirma que él lo ve como un traductor más comprometido en todos los aspectos. Un traductor que no solo está preocupado por traducir bien y hacer un buen trabajo, sino que además ve la traducción como un negocio, colabora con asociaciones, hace cursos de capacitación, etc. Lo ve comprometido con el desarrollo profesional y mucho más visible. Andrea, por su parte, cree que el traductor jugará un papel fundamental en el acercamiento de culturas más lejanas y que la necesidad de traductores que trabajen en combinaciones lingüísticas de idiomas menos populares será cada vez mayor.
María Eugenia nos cuenta que el mejor consejo que recibió durante su carrera fue que debía capacitarse constantemente y especializarse todo lo que pudiera, que una vez que se terminaba la carrera, empezaba otro camino. Para ella, esta capacitación especializada es la que nos permite diferenciarnos de otros traductores.
Daniel cree que hay muchos colegas traductores que se quedan con una visión un poco romántica de la profesión y que no invierten en su desarrollo profesional. Piensan que el traductor todavía es el puente que une culturas, pero no se dan cuenta de que la formación constante es importante y que especializarse es vital, que las herramientas informáticas son indispensables y se resisten a aprender aquello que la industria necesita. Por ello, a su criterio, estos colegas son merecedores de un… ¡pantuflazo!
Andrea, aunque sigue siendo estudiante, confiesa que la idea de que la especialización es la que encuentra al traductor le encanta y la anima a ir probando hacer traducciones de distintos temas. De hecho, alguien le dijo que “no es que la especialización te cierre puertas, sino que las puertas están cerradas y una especialización te abre una de ellas”.