Como traductores, sabemos que debemos entregar traducciones de calidad, sin embargo, no todos sabemos qué significa la calidad ni cómo podemos garantizar calidad a nuestros clientes. Para intentar responder estar preguntas, hoy hablamos con Silvia Bacco, quien es auditora de calidad y tiene más de 10 años de experiencia en este rol.
Silvia se graduó como traductora pública en inglés y francés en la Universidad de Buenos Aires y como especialista en traducción científica y técnica en la UNC. Se desempeña como traductora, intérprete consecutiva y auditora de calidad en temas científico-técnicos. Ha traducido libros, revistas y diccionarios técnicos para Argentina, Estados Unidos, Francia y Alemania. Ha dictado ponencias, talleres, cursos y charlas presenciales en Argentina, Uruguay, Chile, Perú, México, España y Australia. Ha brindado videoconferencias para Costa Rica, Venezuela y otros países de Latinoamérica. Integra cuatro comisiones temáticas del CTPCBA y representa al CTPSF ante la Federación Argentina de Traductores (FAT) y la Federación Internación de traductores (FIT).
El comienzo de Silvia como auditora se remonta a una crisis hipotecaria y financiera que hubo en Estados Unidos cuando ella estaba trabajando para una agencia de traducción local. Debido a la crisis, la empresa se vio obligada a contratar traductores más económicos. Esto repercutía indudablemente en la calidad, por lo que la empresa decidió implementar un sistema de garantía de calidad que permitiera seguir contratando traductores económicos sin que esto menoscabe la calidad. En este contexto, surgen las auditorías de calidad.
Silvia destaca que en la actualidad hay mucho desconocimiento sobre lo que significa la calidad en la traducción. Pero, ¿qué se considera calidad? Las normas ISO dan un concepto de calidad que tal vez difiere con el tradicional. Según Silvia, “la calidad es un factor que afecta tanto nuestro desempeño, porque nosotros brindamos un servicio, como nuestra producción, que es la traducción per se”. Aplicar un método nos permite trabajar ordenada y armónicamente, diferenciarnos de la competencia (de aquellos que no aplican normas y no piensan en la calidad), satisfacer al cliente, cotizarnos mejor y, como resultado, crecer profesionalmente.
Una norma es un procedimiento probado que da buenos resultados. Se trata de una guía o checklist de lo que un traductor no puede dejar de hacer. Actualmente existe la norma internacional ISO 17100, emitida en el año 2015. Algunos países como España y Argentina han tomado esta norma y la están adaptando a sus respectivos países. Otros países, como EE. UU. y Canadá, partieron de la redacción de sus propias normas.
La aplicación de la norma es fundamental tanto para las empresas de traducción como para el traductor independiente. En el primer caso, lo que hacen las empresas es comprar la norma a través de internet y tratar de implementarla en su empresa. Después de unos meses de tenerla en marcha, convocan a un organismo certificador que audita y emite una opinión. Si el organismo considera que la empresa está en condiciones de certificar, esta puede empezar a colocar el logotipo de la certificación en su documentación. El logotipo se convierte en una garantía de calidad. En el caso del traductor independiente, Silvia recomienda que este adquiera la norma, la estudie y trate de implementarla en la medida de sus posibilidades en su accionar, ya que es una forma de mejorar. Los clientes del traductor pueden conocer la norma y aplicarla, por lo que es importante que el traductor conozca los parámetros con los que va a ser juzgado.
A modo de resumen, Silvia enumera las siguientes ventajas de aplicar normas: constituyen un medio de entrenamiento y capacitación, ya que promueven el desarrollo de competencias; nos familiarizan con tareas administrativas (acuerdos con el cliente, cotización); brindan una ventaja competitiva sobre aquellos que no usan la norma; nos permiten mejorar nuestro posicionamiento comercial y es beneficiosa para toda la cadena de valor (el autor, el comitente, el cliente, el destinatario y el mensaje en sí mismo).
Para cerrar, Silvia comenta que los traductores son agentes del conocimiento y el rol social que cumplen tiene un gran impacto en la comunidad. “Pensemos simplemente en aquel traductor que traduce un libro, que ese libro lo usa un estudiante de medicina y que gracias a esa traducción después puede hacer una cirugía, salvar una vida y demás”. Todo esto es posible gracias a un traductor.