Para llevar a cabo traducciones de calidad, los traductores debemos saber de diversos temas. También debemos manejar herramientas de traducción asistida. Sin embargo, traducir muchas veces es solo una de nuestras tareas. En ocasiones, debemos dar formato a una traducción para poder entregar al cliente documentos listos para su publicación. En el episodio de hoy entrevistamos a Adriana Carbajal, especialista en DTP.
Ella nació en Lima, Perú. Estudió Comunicaciones en la Universidad de Lima y a la mitad de su carrera empezó a trabajar como coordinadora de proyectos de traducción en una empresa argentina con sede en Lima. Lideró un equipo de gestión durante algunos años hasta que cambió de rubro dentro de la empresa para especializarse en DTP. Se desempeñó como coordinadora de gestión de proyectos de traducción y MDTP en los Juegos Panamericanos y Parapanamericanos Lima 2019. Actualmente es docente de Gestión Profesional y Multilingual Desktop Publishing en la carrera de Traducción e Interpretación Profesional de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas en Lima.
El DTP (Desktop Publishing) es una rama del diseño gráfico que consiste en maquetar texto dentro de un formato gráfico para que pueda ser publicado en revistas, periódicos, la web, etc. En lo referido al proceso de traducción, el DTP es un paso más en esta cadena cuyo fin es lograr documentos finales que se vean iguales a los documentos originales.
Como todo proceso especializado, presenta ciertos desafíos. Los especialistas en DTP deben tener en cuenta las reglas del idioma original y del idioma meta. Por ejemplo, cuando se traduce del inglés al español, la cantidad de caracteres aumenta cerca de un 25 % y, por lo tanto, el texto ocupa más espacio. En el caso del idioma alemán, las palabras son muy largas. Los especialistas en DTP deben saber cómo resolver cada uno de estos desafíos. Es muy común que deban colaborar gestores de proyectos y traductores para que el producto final sea publicable.
Cuando un cliente pide que se traduzca respetando el formato del original, los traductores suelen dudar de si este servicio se debe cobrar de manera adicional o no. Para Adriana, hay proyectos simples en Microsoft Word donde la complejidad es baja. Si al traductor no le lleva más de una hora acomodar el documento, ella sugiere no cobrar un cargo adicional ya que el cliente sabrá apreciarlo. Por otro lado, cuando los documentos a traducir tienen un formato complejo (muchas columnas, saltos de página, o bien vienen en formato PDF, Illustrator, Corel, etc.), el tiempo que lleva aumenta considerablemente y sí se debe cobrar un adicional.
Si bien es cierto que el traductor no tiene obligación de saber manejar programas de diseño gráfico, aprender herramientas específicas siempre brinda una ventaja competitiva. Adriana afirma que, mínimamente, el traductor debe tener un manejo avanzado de la suite de Office.
En cuanto a su visión sobre el traductor del futuro, Adriana cree que parte de la naturaleza del traductor es ser investigador, autodidacta. El traductor del futuro no debe dejar de lado esa naturaleza curiosa. La tecnología no espera y tendremos que adaptarnos. Investigar y aprender tiene que ser algo constante. Si aprendemos a adaptarnos, siempre vamos a ser necesarios.